Si has hecho varias veces dieta a lo largo de tu vida, es probable que conozcas el temido efecto rebote, también conocido como efecto yo-yo. Tras el entusiasmo ante la bajada de kilos, acabamos nuestra dieta prometiéndonos que a partir de entonces cuidaremos la alimentación en el día a día, sin embargo, todos los kilos perdidos reaparecen.
¿Por qué sucede esto? ¿Cómo se puede evitar? ¿Qué personas son más propensas a sufrir el efecto rebote?
Antes de nada quiero dejar claro que el efecto rebote no es inevitable. El miedo a la recuperación de kilos no debe impedirnos iniciar un régimen equilibrado que cuide nuestra salud y nos haga adelgazar lo necesario. Pero para que no haya efecto rebote debe mantenerse una dieta de mantenimiento y la bajada de peso debe haberse producido de forma gradual y progresiva, algo que no se cumple con la mayoría de las dietas más populares.
¿Cuál es la causa del efecto rebote? Hay que diferenciar dos situaciones distintas. Hay casos en los que una persona no tiene la constancia para mantenerse en una dieta, por lo que la subida de peso cuando comienza a comer del modo habitual es lo esperable. Por ejemplo, mucha gente está deseando acabar la dieta para premiarse con todo eso a lo que ha renunciado durante esos meses. ¡Craso error!
Por otro lado hay dietas que te hacen prescindir de nutrientes fundamentales, entre ellas se cuentan todas las disociadas, que gozan de gran aceptación. Estas dietas no se pueden mantener en el tiempo (a riesgo de caer gravemente enfermo), por eso, en el momento de volver a ingerir los alimentos «prohibidos», el peso se recupera. Con el agravante de que estas dietas deseducan a las personas para una alimentación sana, priorizando la pérdida de peso sobre la salud.
¿Quienes son más propensos a sufrir efecto rebote?
- Quienes han sufrido un aumento de peso rápido y sin causa aparente.
- Quienes fueron niños gorditos antes de los 6 años.
- Quienes siguen dietas disociadas o dietas que se basan en algún alimento determinado.
- Quienes siguen dietas hipocalóricas muy estrictas (nunca se debe seguir una dieta que proponga menos de 1200 calorías al día, a menos que haya una causa médica muy justificada).
- Quienen llevan una vida sedentaria.
¿Cómo evitar el efecto rebote?
Por una parte, la dieta de adelgazamiento debe haber respetado los principios de una alimentación sana y equilibrada, aportando menos calorías pero todos los nutrientes necesarios en su justa medida. Lo ideal es seguir dietas elaboradas por dietistas diplomados, en lugar de buscar aquí y allá o tratar de emular las rutinas de otras personas. Estas dietas hacen hincapié en la adquisición de hábitos saludables respecto a la comida, que se pueden mantener después.
Y aquí llegamos al segundo punto fundamental: el mantenimiento. No se trata de seguir a dieta, pero sí de continuar alimentándonos de forma saludable, consumiendo sólo las calorías que quemamos y eligiendo productos naturales y bajos en grasas. No pasa nada por comer postres o ir un día a una hamburguesería, pero los hábitos del día a día deben ser los aprendidos durante la dieta. Una hora de ejercicio al día resultará de suma ayuda para evitar el efecto rebote.
¿Has sufrido en tus carnes la aparición del efecto rebote? ¿Cuáles fueron las causas?
Vía: Salood